Reto 1 "El suicidio de los hombres triplica al de las mujeres"

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• En el contexto de la desigualdad de género, una problemática alarmante que ha sido visibilizada recientemente es la relación entre la masculinidad tradicional y las altas tasas de suicidio en hombres. Según datos de España, los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, aunque las mujeres tienden a intentarlo más. Este fenómeno está profundamente vinculado a los estereotipos de género y las expectativas sociales impuestas a los hombres desde una perspectiva patriarcal.

  La masculinidad dominante impone una serie de desventajas para aquellos hombres que no encajan en el modelo hegemónico de masculinidad. Este mandato, que exige fuerza, autosuficiencia y la capacidad de ser proveedores, genera una serie de conflictos emocionales y sociales. La vulnerabilidad se convierte en un tema tabú, lo que limita las posibilidades de los hombres para buscar apoyo cuando enfrentan problemas como la pérdida de empleo o el descenso de ingresos, aspectos que pueden afectar gravemente su autoestima.

  La incapacidad para gestionar las emociones es otro factor crucial que contribuye al malestar psicológico de los hombres. Tradicionalmente, no se les ha permitido expresar sus sentimientos ni compartir sus preocupaciones, lo que incrementa su sufrimiento emocional. A diferencia de las mujeres, quienes suelen crear redes de apoyo a través de la comunicación emocional, los hombres tienden a vincularse a través de actividades, evitando los espacios donde podrían explorar sus emociones más profundas. Este aislamiento emocional puede conducir a la acumulación de estrés y, en última instancia, a decisiones letales, como el suicidio.

  Es importante señalar que estos estereotipos afectan de manera directa la forma en que los hombres manejan la adversidad, incrementando las tasas de suicidio. La falta de un proyecto personal más allá de lo laboral, especialmente en la jubilación, también provoca una "caída del sistema" en muchos hombres, quienes se encuentran desorientados al perder su identidad asociada al trabajo. En contraste, las mujeres suelen desarrollar más vínculos emocionales, lo que les proporciona un soporte social y emocional más sólido.

  El malestar emocional que experimentan los hombres al sentirse atrapados dentro de "la caja de la masculinidad" demuestra que los valores tradicionales asociados a este rol generan una fuerte presión psicológica. Pedir ayuda sigue siendo visto como un signo de debilidad, lo que profundiza su desconexión emocional y perpetúa el sufrimiento en silencio.

  En conclusión, es necesario revisar los mandatos de género y las expectativas tradicionales impuestas a los hombres. Fomentar espacios donde puedan compartir sus emociones sin ser juzgados y normalizar el acto de pedir ayuda sería un paso crucial para reducir el malestar psíquico y las tasas de suicidio. Los estereotipos de género no solo afectan a las mujeres, sino también a los hombres, quienes se ven atrapados en una narrativa de autosuficiencia y fortaleza que, paradójicamente, puede llevarlos a su destrucción. Solo a través de un cambio cultural que promueva una masculinidad más abierta y flexible se podrán prevenir un problema actual como es el suicidio.